23.1.11

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Tenía razón Carolina cuando me dijo que el que resumiera a media hora mi tiempo "con ella" no significaba que fuera a desaparecer el resto del tiempo. Hoy me he dado cuenta de que me acordaba de ella, pensaba en algunas cosas, pero cuando era consciente de que lo estaba haciendo, me emplazaba a mí misma a esta media hora. Con lo que el día ha transcurrido tranquilo, sin montañas rusas emocionales y sin sobresaltos.
Y ahora me pongo a pensar en ella... y no sé qué decir. La echo de menos. Echo de menos oirla reir. Y reir con ella. Preparar un cola-cao a las 12 de la noche. Abrazarnos en el sillón mientras se estaba quedando dormida. Irnos a tomarnos un café (tras otro). Merendar como gordas profesionales. Despertarme durante la noche y sentirla a mi lado. Abrazarla por la espalda mientras estaba peinándose. "Robarle" un beso mientras estaba poniéndose el pijama. Apartarle un mechón de pelo de la cara. Decirle lo preciosa que es. Echo de menos la sensación de querer ser mejor persona. Y escucharle decir que me quería...
No echo de menos las peleas sin motivo. Ni las broncas en las que a mí se me iba de las manos el tema y acababa dando voces. No añoro en absoluto los momentos en los que no sabía qué le pasaba, pero sabía que algo pasaba. Ni tener que sonsacarle como si fuera extorsión lo que sentía y lo que pensaba. Tampoco mis cinismos y mis borderías cuando me enfadaba. Menos aún los malos sentimientos que a veces tenía a su lado, y que sé que ella también tenía al mío. Sentirnos solas estando la una al lado de la otra. No haber sabido escucharnos...
Creo que hay muchas cosas que podrían haberse solucionado, si ambas hubiéramos sido conscientes. Pero ninguna de las dos lo fuimos en ciertos aspectos de la otra. Yo intenté hacerlo a mi manera, y ella a la suya, y no nos comprendimos. Mi forma de plantear las cosas no siempre fue la correcta... y la suya tampoco. Así que, sí, creo que podríamos haber solucionado muchas cosas si hubiéramos aprendido a hablarnos, a escucharnos, a mirarnos y ver todo lo que nos unía, en lugar de aumentar al tamaño de un abismo lo poco que nos separaba...
Me cuesta escribir todo esto hoy... pero necesitaba hacerlo. Aunque me duela y caigan las lágrimas. Sólo les quedan 8 minutos de libertad. Después habrán de desaparecer, y no volver hasta mañana. O quizá mañana no vuelvan. No sé lo que me deparará mañana. ¿Me gustaría saberlo? No, creo que no. Prefiero las sorpresas... aunque a veces las sorpresas no sean agradables...
Hasta mañana.

21.1.11

1/2 hora

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Media hora. Ese es el tiempo que me voy a permitir cada día para pensar en ti. Media hora en la que un día tras otro escucharé lo que tenga que decir mi mente sobre ti. Durante esa media hora me encargaré de preocuparme, de llorar, de resumir y de replantear una y otra vez la situación, si es que me apetece hacerlo. También durante esa media hora me enfadaré contigo, y te perdonaré una y otra vez.
Hoy mi mente está agotada. Estoy agotada emocionalmente. Estoy agotada de escuchar un mensaje y esperar que seas tú. Cansada de soñar una y otra vez contigo. Aburrida de despertarme y ver que era todo un sueño. No encuentro la forma de deshacerme de todo eso. Y voy a intentar evitarlo. Cuando me suene un sms dejaré de pensar que eres tú. La publicidad engañosa en la que Antena 3 me premia con un Ferrari es más probable que un sms tuyo. Me pasa más veces al cabo de la semana, así que la navaja de Ockam me ayudará en eso. La respuesta más sencilla suele ser la correcta. Me pasa más veces que el mensaje no sea tuyo que que sí lo sea.
Contra los sueños no puedo hacer mucho, salvo dormirme pensando en orangutanes o en que me convierto en una enfermera famosa por desarrollar una nueva teoría de los cuidados. Sea como fuere, lo que sí puedo intentar cambiar es la sensación que siento cuando no estás a mi lado al abrir los ojos. Así que en ello me voy a concentrar, también. En evitar entristecerme porque no estás.
Voy a seguir haciendo mi vida. Cada día, paso a paso. Como había estado haciendo hasta ahora. Salir cuando pueda, quedar, sonreír, y vivir. No puedo permitirme el lujo de dejar de hacerlo.
Quizá para ti todo esto pueda ser doloroso. No quiero decir con esto que vaya a dejar de esperar, o a dejar de pensar en ti. Pero no voy a dejar que sean esos pensamientos los que manejen mi día a día. Aunque piense en ti tan a menudo que me da vergüenza admitirlo, será en esa media hora del día cuando me permita que los sentimientos afloren. No quiero que te conviertas en una obsesión. Tengo "cierta" tendencia a que me pase, lo de obsesionarme, y no es bueno. Ni para mí ni para nadie. Así que media hora al día es lo que voy a concederme. Ni más, ni menos.
Me quedan 10 minutos hoy.
Me relaja el hecho de saber que he circunscrito a una cantidad de tiempo concreta el pensar en ti. Los altibajos emocionales que me suponen estar continuamente pensando en la situación actual empezaban a hacer mella en mí, con lo que ahora "libero" el resto de mi tiempo de esos bucles en los que yo solita me metía y de los que no era capaz de salir del todo. El resto de mi día va a volver a ser "normal", con todo lo que odio las expresiones de normalidad, en las que lo normal no es más que lo que la mayoría hace. No es más que un dato estadístico. Pero es que ahora necesito ser "normal". La mayoría de la gente no se pasa los días pensando en sus relaciones pasadas, esperando que se conviertan en futuras, soñando con los ojos abiertos y deseando que una mano divina haga girar las tornas y recuperen lo que perdieron. La gente "normal" vive, mejor o peor, su propia vida, y no está a expensas de lo que otros puedan hacer. Quiero ser "normal" emocionalmente hablando. Y no esperar imposibles ni desesperar por posibles que no llegan. Quiero sentirme bien con los que me rodean, con las cosas que me pasan buenas cada día, conmigo misma... y eso no puedo hacerlo a menos que reduzca mis pensamientos en ti a esta media hora. Porque si no lo hago, paso los días dándole vueltas una y otra vez a los hechos, a los pensamientos que tendrás, a lo mucho que te puedo llegar a echar de menos, a lo mucho que añoro tantas cosas de "nosotras", a... tantas cosas. Y no puedo hacerlo. No puedo intentar meterme dentro de tu mente y deshacer el nudo. Tienes que ser tú quien lo deshaga con paciencia. Y pensando en ti a mí se me agota la mía.
Media hora. Qué poco tiempo. Ya se acaba.
Mañana habrá otra media hora en la que continuar con esto. Hoy se ha terminado.
Hasta mañana.

20.1.11

Encuesta

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Cuando no sabemos hacia donde se va a dirigir nuestra vida, elucubramos. Hacemos mil y una conjeturas, resumimos, ampliamos, desechamos ideas y volvemos a ellas, escuchamos cien veces los pros y los contras de lo que puede ser (o no) de nosotros, valoramos lo bueno y lo malo, criticamos al tiempo, al dolor, al amor y al vecino si hace falta. Escuchamos nuestras voces interiores que nos dicen lo bien o lo mal que vamos. Escuchamos las voces exteriores que nos dicen lo mal que vamos. Refunfuñamos ante cualquier otra adversidad que no tenga nada que ver con el tema principal, nos damos cuenta de ello e intentamos rectificar. Pataleamos por tonterías mientras sabemos que lo que nos come (y nos carcome) es otra cosa diferente. Empezamos los días con firmes propósitos en los que aseguramos a nuestra conciencia que ése va a ser un día diferente. Miramos a nuestro alrededor y nos percatamos de cuántas cosas hay que nos gustaría cambiar... pero después, cuando se haya solucionado lo que nos trae de cabeza. Y luego decimos que no, que hay que cambiarlas antes, porque así a lo mejor se soluciona lo que nos marea. Mareamos a los demás, pidiendo consejos, cuando ya no sabe nadie qué decirnos. Escribimos en blogs en los que vomitamos como posesos todos y cada uno de nuestros pensamientos. Nos pasamos las tardes en el sillón pensando, una vez más, en cómo va a acabar lo que nos inquieta. Y todas estas cuitas nos aceleran, en lugar de tranquilizarnos, en lugar de llevarnos hacia un punto en el que demos por seguro que todo se solucionará, cuando tenga que solucionarse. Ni antes ni después. Y al final, acabamos tomándonos un trankimazín.

¿O esto sólo me pasa a mí?

13.1.11

Mañana, más.

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¿Cuándo dejaré de sentirme como me siento hoy?
He pasado una temporada muy buena, en la que sonreía, me maquillaba, tenía ganas de comerme el mundo y ser feliz.
Ahora sólo me quedan las ganas de ser feliz. Lo demás hoy lo he desterrado. Así que a partir de mañana, de nuevo las pinturas de guerra, sesión de pelu, y a sacar la mejor de las sonrisas.
Hoy, ahora, sólo me queda hacer mi trabajo y poco más.
Mañana será otro día.

8.1.11

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Vale, sí, respeto la necesidad de la distancia. La entiendo. De hecho, fui yo quien la puso sobre la mesa. Comprendo que ella necesite ahora apartarse de mí también, para aclarar sus pensamientos, sus sentimientos y ver qué es lo que echa de menos, lo que no y lo que necesita. PERO ME JODE. Porque me apetece hablar con ella. Y reirnos juntas. E ironizar con ella. Y que me diga cabrona, porque a veces sé mejor sus pensamientos que ella misma.
Y el otro planteamiento es: si a las dos nos apetece vernos, ¿por qué no hacerlo? Somos dos personas adultas a las que nos apetece quedar. ¿Por qué no entonces? Obviamente, esto se contesta solo, releyendo el principio de la entrada (no la primera línea). Vuelta a la necesidad de saber lo que necesita y lo que quiere. Pero, repito, me jode. Me jode, porque ahora mismo le mandaría un mensaje preguntándole simplemente cómo está. Y diciéndole que yo aquí estoy, echándola de menos...
Aiiiiiiiiiins. Qué malo es saber, tener claro lo que quieres, saber cuál es tu meta... y no llegar a alcanzarla porque no depende de ti única y exclusivamente el conseguirla.

Somewhere only we know...

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Ese lugar... ese lugar que sólo dos personas saben... ese lugar en el que reir, explorar, discernir el bien del mal, solucionar, empeorar, mejorar, llorar, crecer......

4.1.11

Lo que mi mente piensa...

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Obsesión.
1. f. Perturbación anímica producida por una idea fija.
2. f. Idea que con tenaz persistencia asalta la mente.

Y ahora que sabes eso, que lo has buscado en la RAE para cerciorarte de que tenías relativamente claro lo que eso significaba, he de decir:

PARA YA. Deja de pensar una y otra vez en lo mismo. En las mismas palabras, en los mismos gestos, en los mismos movimientos y en las mismas gilipolleces. Ya está bien. Deja de torturarte como si no tuvieras otra cosa que hacer en esta vida que darle mil ciento treinta y siete millones de vueltas al mismo tema.
Cojones.
Te ha dicho ya que te echa de menos. Que contigo está muy a gusto. Has quedado más veces con ella de las que te habías prometido. Pues ya está. No fuerces la máquina. No agobies. Pues tú ahí, dale que te pego. Que pareces una niña de 12 años, leches. A santo de qué ese mensaje? Porque te ha dicho que ya habláis en otro momento?? Pues probablemente se deba a que está con otra persona (el innombrable, le llaman en tu círculo de amistades), y no puede hablar más de lo que ya te ha dicho. No seas cansina, obsesiva y plomo. Porque acabas resultando plomo. Así que ahora le vas a mandar un enlace a esta entrada de blog, para que pueda leer bien clarito lo que piensas: que no lo sientes, pero que aunque es cierto que te gustaría hablar de eso con ella, no es necesario que sea ni hoy, ni ahora, ni ya. Que puede esperar a mañana, porque todo seguirá igual. No se va a acabar el mundo porque no hables hoy con ella. Que la urgencia del mensaje se reduce a tu estado de ansiedad.
A partir de aquí, el resto ya es cosa tuya. Que sepas ponerle freno a los pensamientos recurrentes ya forma parte de tus deberes. No hay nadie que vaya a hacer que dejes de hacerlo. Tienes que ser tú, mediante la técnica que te salga de las narices utilizar, la que pare. Puedes ponerte a hacer tus pastillicas, o puedes ponerte a jugar en el facebook a recolectar manzanos y huellas dactilares, o salirte fuera a fumarte un cigarrillo y dejar la mente en blanco durante 10 minutos. Cualquiera de ellas sabes que te va a servir para tranquilizarte un poco y apartar la recurrencia de tu mente. Así que utiliza los recursos que tienes. Pero UTILÍZALOS. No continúes metida en ese círculo porque al final las dos sabemos lo que pasa: tú acabas agotada físicamente y a mí me destrozas. Cada vez que te pones así me quemas 1000 neuronas. Y nos hacen falta.
Así que da por terminada la entrada, elige la forma de evasión y a funcionar. Mañana más y mejor.

Atte., tu sesera.

2.1.11

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Empiezo el año con nuevos deseos, con ganas renovadas y con nuevas ilusiones... supongo que como todos los años. Pero este especialmente. Ayer intentábamos los amigos, mientras cenábamos, hacer un balance de lo bueno y malo (cinco minutos antes de la cuenta atrás)... Y la verdad es que cuando me preguntaron cuál era mi opinión sobre el dosmildiez no me salía otra cosa que no fuera: "mierda pura de año". Sé que no a todo el mundo le ha ido igual el año. Hay quien ha tenido hijos!! o quien ha encontrado el amor, a quien le habrá tocado la lotería o quien habrá encontrado trabajo después de muchas calamidades.
Pero para mí ha sido mi "annus horribilis". Empezando por el día 1 de enero, y terminando por el 31 de diciembre. Es cierto que también me han pasado cosas buenas, a saber: he conocido a gente muy especial, he profundizado en relaciones con gente a los que ya conocía pero de forma superficial, me han hecho indefinida en mi trabajo, tengo a mi gatete que me hace los días la hostia de llevaderos... pero aún así he pasado uno de los peores años que recuerdo. Independientemente de los motivos que llevaron a esa situación, toda mi persona se ha visto sometida a una sacudida emocional que ha hecho que los cimientos de mí misma se den la vuelta. Siento que he cambiado mucho. Quizá sea para mejor... pero también podía haber aprendido de otra forma, cojones. He sufrido más de lo que pensaba que era capaz de soportar. Y aunque lo he soportado como buenamente he podido, no puedo quitarme ese sabor agrio que me recuerda lo mucho que he tenido que trabajar para superarlo...
Quizá podría darle la vuelta y considerarlo unas cuantas clases gratuitas de vida... pero no puedo verlo así.
Joder, qué mal año he pasado. Espero que 2011 me traiga cositas mejores. Ja vorem.
 
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