18.11.09

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Y aquí estamos de nuevo. No hay novedades en el frente. Sigue habiendo una "fog war" que me atenaza, que me está haciendo ir cada vez un poquito más y más abajo.

Hace pocos días decía lo de la relación a tres bandas... ¡¡Y una mierda!! Eso no es lo que quiero. Eso ya lo tengo claro. Ya tengo claro que no quiero compartirla con nadie más. No quiero compartir su amor. Soy una puta egoísta, lo reconozco, lo admito y entono el mea culpa. Pero me da exactamente igual. No quiero despertarme cada mañana pensando en si hoy será el día que quiera más al tercero en discordia que a mí. No quiero sentir que me quedo desplazada de su vida. No quiero escuchar cómo follan en la habitación de al lado mientras yo veo el CSI. Definitivamente, no. Soy una liberal de mierda. Así que me acabo de quitar la etiqueta de liberal. Soy una persona clásica, a la que le gustan las relaciones clásicas. De esas a las que les gusta preparar la cena para cuando llegue su amor, que tenga las sábanas limpias, que no se tenga que preocupar por nada, ni por recibos, ni por facturas, que viva a cuerpo de rey y que sólo me quiera a mí. Clásica. Y ya está. Claro, que a todo esto le unimos que no me importa que tenga una noche loca de pasión y lujuria con otra persona y la etiqueta de clásica también se va a pastar...


Lo que más me duele de toda esta situación es el propio miedo. Haberme dado cuenta de que mi autoestima está, ya no por los suelos... está profunda, buceando en la inmensidad de un hoyo que me he cavado yo solita. Me ahoga la sensación de que me deje. Que de repente llegue un día y me diga que ya no me quiere. Ella dice que me ama, que quiere estar conmigo siempre y que quiere vernos ancianitas con moños blancos y con 14 gatos negros en casa. Y le creo. Le creo a pies juntillas y es lo que me da fuerzas cada día para seguir adelante, porque no hay nada que desee más que pasar el resto de mi vida con esa mujer. Tengo dos cosas claras en esta vida: que me tengo que morir, y que quiero que sea a su lado. Así que sí, le creo, necesito creerle. Pero no puedo evitar pensar que ayer hizo dos años que dejó a la persona con la que llevaba 6 porque dejó de quererle, porque un día se despertó y decidió que no era lo que quería para el resto de su vida. ¿Quién no me dice a mí que un día se despertará y pensará lo mismo de nuestra vida en común? Obviamente no puedo vivir con ese miedo, con esa losa sobre los hombros, día a día, noche tras noche. Pero no puedo evitar pensar que es más probable que eso pase si se pasa el día pensando en las ganas que tiene de "yacer" con otra persona...

Así que le he pedido, desde mi liberalismo más conservador [paradójico e incoherente] que lo zanje. Que zanje el tema para bien o para mal. Que si quiere hacer algo, que lo haga ya, y si no quiere hacerlo, que no lo haga, pero que POR FAVOR, termine con esta situación. Me siento hundida, tanto por desconfiar de mí misma como por hacerle pasar por esto, pero es que no puedo más. Mi liberalismo tenía un límite que yo desconocía. Pues ya lo he sentido. Y el límite está en mes y medio de "yo sólo quiero zumbármelo", "yo no siento nada más", "sólo se trata de sexo"... Mes y medio escuchando esas palabras han hecho que pase de ser una persona de mente abierta a una persona sin mente, sin pensamientos y con una única obsesión: DIOS MÍO, QUE NO DEJE DE QUERERME.

6.11.09

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No quiero ni mirar la fecha de mi última publicación. Vergüenza debería darme. Así cómo quiero convertirme en una blogger de éxito, fama y renombre mundial?

El caso es que vuelvo a las andadas. Vuelvo a escribir aquí por lo mismo de siempre. Tengo una ligera empanada mental, que hace que necesite "expulsar" todos mis pensamientos y dejar espacio para ver si caben nuevos... Vamos allá...

Dos años de absoluta y completa felicidad. Dos años en los que ni por un instante he dudado de mí, ni de ella. Dos años en los que cada una de las miradas de complicidad que compartíamos hacían que me sintiera más y más viva. Ahora, hoy, tampoco hay dudas, pero sí hay una neblina que me empaña el juicio, que me está haciendo dar demasiadas vueltas y me empieza a marear. Al fin y al cabo, no estoy más que divagando para no formular la pregunta que tengo que formular...

¿Existen las relaciones de 3 personas? No me refiero a que uno no sepa de qué va la película, a que uno sea el amante, otro el cornudo y otro el que se lo pasa pipa. Me refiero a una relación a 3 bandas con todas las de la ley. Una relación en la que ver cómo un tercio de la relación (yo, en este caso) mira mientras los otros dos tercios disfrutan. En la que un tercio de la relación (otro, no yo), no sabe hacia qué otro tercio decantarse cuando tiene que poner el mejor trozo de fruta fresca en el plato, porque les daría a los dos lo mejor del mundo. A ese tipo de relación me refiero. A esa que socialmente no se acepta (no la acepto ni yo y la estoy viviendo casi...). A esa a la que no le puedes decir a tu madre: Mamá, vienen mis parejas a cenar por Navidad. Avisa a los tíos, que tendremos que llevarnos un desfibrilador. Me jode porque me está pasando esto ahora que ha salido una película sobre el tema, y parece que esté aprovechando el tirón... pero creedme si os digo que anoche, mientras uno y otra estaban bajo el edredón, en ningún momento sentí aflorar ni el más mínimo atisbo de celos, ni de inconsistencia moral, ni nada parecido. Al contrario. Me pasé más tiempo pensando en lo bonito que sería verlos a los dos, así, en el momento más íntimo que pueden tener dos personas. Me pasé más tiempo deseando poder encender la luz y vivirlo con ellos, más que en prejuicios y morales sociales...

Es duro decirlo, pero realmente yo no me siento "enamorada" de esa tercera persona. Pero sé que entre las dos partes habría algo más que la amistad "camuflada" que tienen ahora... Y no me desagrada la idea, ni siquiera no sintiendo yo todo lo que debería sentir por esa tercera persona. En fin, que no sé por dónde tirar. No sé qué papel debo seguir en esta obra...

Y claro... a ver a quién le cuentas esto... Así que acabas escribiendo aquí, esperando que alguien lo lea y te dé algún consejillo. Uno de esos que no sueles seguir, pero que ahora mismo tienes tantas ganas de llorar y de hacerte un ovillo en el sofá y esperar a que llegue el día de mañana sin ningún remordimiento, que te agarrarías a un clavo ardiendo con tal de mantenerte a flote.
 
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