8.7.10

Hoy no sé cómo estoy. Una vez más. Así que no sé qué escribir. ¿Estoy bien? ¿Mal? ¿Regular?
Quiero que pese más el "estoy bien". Quiero sonreír, quiero ser feliz, aprender, ayudar a los demás, rescatarme a mí misma, seguir evolucionando, reconocer el bien y el mal cuando se pongan frente a mí (y luego decidir cuál de los dos prefiero), recomponer los pedazos de mi vida que se han roto hace poco...
Intento escuchar mi voz interior (una de esas de las que ya hablaba en las primeras entradas del blog), y creo diferenciar un discurso de positivismo, de tranquilidad, de exposición al mundo con las puertas de mi corazón abiertas, sin miedo a mostrarme tal y como soy... Pero hoy estoy "ofuscada". No encuentro ningún motivo para hacerlo a día de hoy. Sé que los hay, y que los tengo delante de mis morros y soy una cegata peor que Rompetechos por no verlos, pero es que hoy tengo un velo delante de los ojos que no me deja ver más allá de la tristeza y el dolor que hacía días que no sentía.

Cada noticia nueva que tengo de ella (sea de una persona a la que aprecio o de una que aprecio menos, como fue el caso de ayer), y sobretodo siendo noticias "buenas" sobre ella, me hacen recuperar en la memoria todo lo que he perdido. Intento de verdad, con todas mis fuerzas, ver ventajas en la ruptura; desgranar poco a poco mi convivencia con ella, mi relación, y ver todas las cosas que me hacían "menos feliz". Pero en días como hoy no hay ninguna lista, ni ningún ejercicio, ni ninguna reflexión que me ayude. Estoy bajonera, y mucho. Sé que tengo que dejar de regodearme en mis miserias y levantar la cabeza, erguirla de la mejor manera posible y seguir con paso firme y decidido mi vida. Pero joder, cómo cuesta...

Quiero de verdad levantar el vuelo de una puñetera vez. Quiero de verdad aprender de mí misma y de los errores cometidos y no volverlos a cometer; quiero despertarme por las mañanas sonriendo, y no borrar la sonrisa de mi cara en todo el día. Pero joder, cómo cuesta...

Desearía poder borrarla de mi memoria de un plumazo. Eliminar cualquier recuerdo, doloroso o no, para no poder escudriñar en mi mente y venirme abajo con uno de ellos. Desterrar de mi vida sus mentiras y sus verdades, su fuerza, sus debilidades... Dejar de acordarme de aquella canción que le encantaba, o de aquellas fotos que nos hicimos y que no soy capaz de borrar. Mantener alejado el dolor y que no me invadiera (aún hoy). Pero joder, cómo cuesta...

Voy a irme a la cama. Me relajaré, planificaré mentalmente el día de mañana e intentaré dormir. Y sí, a eso también he de decir: Joder, cómo cuesta...

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